No
penséis que porque el titulo os lo pongo en catalán mi pequeño relato iba a ser en la misma
lengua. Castellano, puro y duro con sus
zapatazos y todo.
Ahí
seguimos troteando por los cerros de dios y en esta ocasión el destino me llevó
hasta tierras catalanas aprovechando mi descanso semanal. Nos pusimos en
marcha, rumbo a Salou donde teníamos el
campamento base. El refugio veraniego de la mitad de Aragón se encontraba mas
muerto que vivo en estas fechas, pero nuestra intención era saludar a unos
viejos amigos y correr la Cursa Cuatro Termes en Mont-Roig.
Paseito
por la playa y como la tarde estaba bien entrada en tormenta a tomar una birra
tras otra en el primer chiringuito que encontramos para refugiarnos y amena
charla recordando viejos tiempos de trabajo.
Amanecía
el domingo con un viento reglamentario y el cual te quitaba las ganas de salir
del calorcito del apartamento, pero habíamos venido a conocer los cerros de
Mont-Roig y sus alrededores. Carretera, manta y a buscar la salida, en apenas
20 minutos estábamos a los pies de la Montaña Blanca por cuyos alrededores
transitaba la carrera. Llegada al
pequeño pueblo Tarraconense y allí no había ni meta. Eso si corredores por un
tubo, en mi carrera salimos alrededor de 350. No era difícil adivinar el porque
no había arco de meta, el viento doblaba hasta el acero, tuvieron que ponerlo
dentro del pabellón polideportivo, la verdad es que acojonaba y al no conocer
el terreno mas.
Pero
en fin allí estábamos para trotear por los alrededores de los cuatro términos:
Mont-Roig, Vilanoba de Escornalbou, Colldejou y Pratdip. La distancia 26 km y el desnivel 1200
positivos.
Pistoletazo de salida y a hacerlo lo mejor posible, la
súper gripe que arrastraba me indicaba que no me podía emocionar mucho, así que
salí a mitad trasera del pelotón y con tranquilidad, primer kilómetro por casco
urbano y comienza el tapón, mas tranquilidad y paciencia en los primera senda
picando parriba dirección al camino viejo de Boverals. En picaó hasta el fondo
del barranco del Rifa y comenzaba la primera subida en serio la de Serra
Pedreres, esta conectaba sin descanso con la del Portel.
Ahí marchaba en un pequeño grupito con gente
de mis características aunque mucho mas jóvenes, salvo el gran Súper Paco II que le llamé yo,
que con su vestimenta autentica
“incluido pantalón de chándal cogido con los calcetines” y por el que
deportivamente nadie daría un duro por él, (jolin como tiraba, que al final
entró justo delante de mi). Entre risas,
sofocos y tropezones íbamos haciendo camino y lidiando con el viento en los
altos, pasamos por la cueva del Blai y de frente otra subida de órdago la Set
de Crestes, que empalmando con Cap Roig, se daban por concluidas las subidas
fuertes. Vaya empalme de sendas llenas
de raíces, piedras y por fin las esperadas cuerdas, ahí yo ya me acordaba de
los escaladores de las paredes de Morata, con bastante mas pena que gloria y
cuarenta resbalones conseguí pasar las cuerdecitas de marras, pero al fin me
sentí el Rey divisando la Ermita de la Mare de Deu de la roca a mis pies.
(josplas si cuando veníamos por la carretera nos parecía que estaba en el mismo
cielo y ahora éramos nosotros los que estábamos encima).
Vistas impresionantes
las cuales me recordaban a la zona del rodeno de Albarracin. Pequeño respiro y
sin tontear porque el viento soplaba más fuerte, totieso pabajo. Era una zona
muy guapa, bajando troteando por una súper roca larguísima alternado con
escalones labrados en la misma roca que enlazaba con un camino de pavé (súper
gordo y dañino para mis mal trechos pies) que nos ponía en la misma ermita
mezclándonos con los turistas y que a la vez nos daban un poco de moral para
los 3 Km. que nos restaban a meta. Como un cohete ahí bajamos autopropulsados
para llegar cuanto antes al pabellón de Mont-Roig.
Después de trotear durante 3 horas 40
minutos, por estas montañas del Camp de Tarragona, por senderos muy técnicos,
(repletos de la clásica vegetación mediterránea) y peligrosos (para los del
Imserso) ponía punto el punto final a mi incursión en la llamada Costa Dourada
y superventoleada.
Buen trato de los chicos del club L’ARENY que llevaron la
carrera bastante bien organizada siendo esta la primera del circuito de
carreras de montaña dela comarca del
CAMP DE TARRAGONA.
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